jueves, 23 de julio de 2015

¿ALGÚN DÍA PODREMOS ACEPTARNOS?

EL PROBLEMA ES LA PERCEPCIÓN

Cuando se reciben los estímulos -vía los sentidos- hay un mecanismo cognoscitivo que los selecciona, ordena e interpreta y les asigna significado:  eso es la percepción. Si no existiese ese proceso, nada de lo que vemos, oímos, tocamos, olemos o gustamos tendría sentido para nosotros. Sencillo, ¿no?

Ni tanto. Resulta que en la percepción intervienen "mediadores" que la matizan. La  experiencia personal es uno de ellos; también el contexto en el que la percepción se produce, las expectativas, los intereses, las motivaciones  y para colmo ¡la emoción de quien percibe! Si todas esas cosas son distintas en cada uno de nosotros, ¿cómo vamos a percibir igual? "Ni que San Juan agache el dedo", diría mi mamá. "Ni de vaina", diría mi papá. Por eso es que en alusión bíblica y de ser cierto el episodio de Babel, lo que Jehová confundió para que no nos entendiéramos fue el lenguaje perceptivo, no las lenguas habladas. No hay manera de entendernos porque NO PERCIBIMOS IGUAL. No lo hacemos ahora ni lo haremos nunca; y si no fuera suficiente con lo hasta aquí escrito, la percepción, que es un proceso cognitivo -es decir, que permite incorporar conocimiento- como tal proceso requiere de memoria, atención e inteligencia ¡Casi nada!

Siendo este el caso, no aspire Ud. amigo que lo entiendan ni  aspire Usted a entender a otros. Olvídese de eso. Si no lo hace, no se explicará las lides del matrimonio, ni la relación con sus hijos, ni las guerras entre naciones, ni las matanzas religiosas, o en los cines de Louisiana. No entenderá a la Humanidad. Pero no se mortifique: hace apenas algo más de dos mil años se busca una salida. Por ahora no se nos ha ocurrido sino la tolerancia, pero ¡que difícil! Otra solución sería dejar de privilegiar a la razón y dar ese lugar al corazón, que fue lo que planteó aquel joven carpintero galileo de cuyas palabras el mundo ha hecho caso omiso. ¿Por qué no lo escuchamos otra vez?